viernes, noviembre 25, 2005

Identificaciones en tiempos de tecnología UMTS y GPRS

Después de la segunda carta inició el proceso de inmersión. Fueron desapareciendo las paredes, los objetos, mis piernas. Me introduje en la benévola ciudad de Merano para curar mis pulmones. Era la primavera del 1920 y sufría por amor.

El mundo se volvió terriblemente banal: estoy leyendo las cartas que Kafka le escribió a Milena. Las palabras de la gente son tontas, mis preocupaciones insignificantes. Lo que importa es superar la insomnia, moverse hacia los climas agradables, ir a Viena para encontrarnos.

De a ratos, desde la boca del estómago, sube el deseo de recibir una carta que diga: "Querida Ceryle"(no, que diga mi nombre). Y que tenga una firma de hombre con un "Suyo" que ya se adivina se convertirá, pronto, en "Tuyo". Nos habríamos conocido al pasar en un museo. Ese día tendría puesto un tapado rojo por la rodilla y el pelo recogido. Él un sobretodo holgado.

Una carta diría que es necesario tomar mi cara entre las manos y mirarme fijamente a los ojos, para poder reconocerme en los ojos del otro y desde ese momento parar de pensar las cosas terribles que me tormentan.

En otra me pediría de tutearlo, no siempre, pero al menos una vez más.

En la siguiente estaría escrito que no me puede decir el lugar dónde nos vamos a encontrar, porque si lo dice, si lo nombra, el lugar lo tormenta mientras espera nuestro encuentro, con su imagen vacía, sin mí.

Escribiría mi nombre, una y otra vez.

En una carta me convencería que todas las cosas buenas que le pasan se deben a mi existencia.

El resto del tiempo, el tiempo que no leeo o escribo lo pasaría esperando al cartero. En bicicleta me traería palabras que no son inmediatas, que son las palabras del pasado. Sabría que en viaje hay palabras nuevas. Y que en el presente, en otro lugar, están naciendo desconocidas palabras para mí.

viernes, noviembre 18, 2005

Notas sueltas sobre las banlieues parisinas y la guerra de Argelia.

La revuelta de las banlieues parisinas se está acercando al resto de las ciudades europeas. Como si fuera la peste, como con la gripe aviar, cada día los informativos abren trazando su trayectoria.
Pienso que el miedo dependa mucho de su origen francés. A veces parece que después de Grecia, todo se haya originado en Francia, desde la caída de la monarquía al mayo del '68.
En pleno momento de ebullición es difícil medir el alcance de la revuelta. Revuelta. No revolución. No movimiento.

Los mass media hablan de las banlieues y de la guerra de Argelia, como si se tratara de un puente. La última vez que Francia tomó medidas como el toque de queda y la prohibición de las reuniones callejeras, fue cuando Argelia combatía para liberarse del colonialismo francés. Muchos de los habitantes de las banlieues son descendientes de los colonizados argelinos, la mayor parte de tercera generación. O sea, no son iguales a los otros, es necesario aclarar: franceses, pero de tercera generación. La misma rectificación que los periodistas y políticos hacían con los terroristas de la metropolitana de Londres: ingleses, pero de tercera (o segunda) generación. Como si en los países europeos hubiera "sangre pura", eritocitos que transportan cultura occidental.
Me cuesta creer que en la sociedad francesa existan comunidades tan herméticas, raíces culturales tan fuertes que hayan impedido un proceso perverso de integración después de tres generaciones. La "identidad nacional" no es unívoca, se puede pertenecer, al mismo tiempo, a más de una "cultura nacional". La insistencia de los medios en aclarar la "tercera generación" me suena más a vicio eurocéntrico, al conocido mito del africano como "primitivo", "selvaje", "indomable", incluso tres generaciones después. ¿En la tan mentada identidad europea habrá un límite de generaciones que conceda el derecho de pertenencia? ¿Cuál será? ¿Cinco, seis? ¿O será necesario que tiempo y clima pongan pálido el color de la piel?

De todos modos, y lamentablemente para los xenófobos del árbol genealógico, hay muchísimos revoltosos "pura sangre". Quizás sea más importante notar la cantidad de menores de edad, de hombres, la falta de un programa, una ideología, un sentido. A mí la revuelta de las banlieues con jeans de marca, me parece la realización de las más terrible de las profecías posmodernas.

Se han escuchado muchos disparates, como el que dijo la supuesta historiadora Hélène Carrère d’Encausse: la razón de que los chicos estén en la calle y por la cual sus padres no pueden comprarse un apartamento es la poligamia; en las casas de ésta gente viven tres o cuatro mujeres africanas con veinticinco niños.

Mucho más interesante el análisis de una adolescente de las banlieues, que le contaba a su profesor que se sentía solidaria con los pirómanes, porque al menos el fuego y los faros de la policía atraían como imanes los focos de los canales de televisión. La periferia se iluminaba. Los jóvenes, finalmente, conseguían la notoriedad que la sociedad parisina les negaba.
Si esto no es posmodernismo...

Leo en el número de noviembre de Le monde diplomatique un artículo di Mohammed Harbi, "Paris-Argel, ida y vuelta". Sintetiza magnificamente como han vivido los últimos años los argelinos su historia poscolonial. Dice que la memoria subjetiva de los pueblos no tiene en cuenta el trabajo del historiador profesional, que los pueblos se dejan llevar por las pasiones, los estereotipos y los objetivos del momento. Nos cuenta cuales son los dos paradigmas colectivos de la colonización argelina. Ambos, según Mohammed Harbi, conducen a la banalización y a la manipulación política. El primer paradigma es el de los nacionalistas franceses, que reivindican la "función civilizadora de la colonización": carreteras, escuelas, seguridad, hospitales, etc. Sólo que todas estas obras, responde Harbi, se han hecho para único beneficio del colonizador y no para indicar vías de progreso para el pueblo argelino. El segundo paradigma señala la colonización (1830-1962) como una paréntesis, que luego de la independencia logra que Argelia se reconcilie con su estado natural, con su sociedad virtuosa, con la civilización árabo-musulmana. En realidad, como indican los estudios históricos, también la Argelia precolonial era una sociedad jerárquica y que despreciaba a los débiles.
A la propuesta de Harbi hay que colocarla dentro de la corriente de pensamiento poscolonial, que tantas antipatías despierta entre los historiadores latinoamericanos: considerar el pasado colonial como un mecanismo perverso de contaminación, donde a pesar del dominio colonial el colonizado logra apropiarse de las ideologías revolucionarias. Existen hibridaciones más allá de los proyectos colonizadores y de los intentos más porfiados por parte del colonizado de cerrarse a la cultura del otro.

Sobre la relación entre "metrópolis" y "periferia" los teóricos poscoloniales han escrito mucho, si bien las palabras tenían un sentido más simbólico. Estos señores proponen estudiar las zonas periféricas de la historia y del arte porque desde la periferia es posible pensar la historia lejos de la dialéctica del progreso, con un trazado cronológico diverso, donde el moderno y el premoderno se mezclan.

Quienes defienden la existencia de manifestaciones típicas del poscolonialsmo también se han encargado de separarlas de las expresiones definidas como posmodernas. Una diferencia a nivel de literatura, por ejemplo, es que los escritores poscoloniales escriben para salvar un país, un pueblo, para reinventar la historia desde otro punto de vista. Y los escritores posmodernos, negando la interpretación de la historia, quieren solo salvarse a sí mismos.

Pero a mí, ahora, con esta periferia que toma forma física, que deja de ser una definición abstracta, que recupera su cuerpo y en un acto sin sentido, espontáneo, contagioso pero individual, grita su existencia incendiando autos para salir en tv, me parece que poscolonialismo y posmoderno se entreveran.

Es demasiado temprano para sacar conclusiones. Así que mientras espero que los teóricos pos de todos los bandos me regalen un poco de luz, me voy a ver por enésima vez la película de Gillo Pontecorvo, "La batalla de Argelia" (1965), miro de reojo en la biblioteca mis libros de Frantz Fanon y me hincho los pulmones de pasiones e idealismos pasados de moda. Luego apagaré el video y aguardaré, con el control remoto en mano, la hora del espectáculo pirotécnico.

jueves, noviembre 17, 2005

Faltas de ortografía.

Este blog tiene faltas de ortografía y palabras inventadas. A las faltas de ortografía las detesto. A las palabras inventadas un poco menos, pero sólo si el inventor es alguien que se llama Cervantes, Borges o pueblo.

No tengo corrector de español en word. Actualicé el sistema y mi cd drae no funciona más. Mientras escribo pedazos de un post en castellano, tengo que escribir otras cosas en italiano, hablar en italiano y pensar en italiano. Muchas veces, al mismo tiempo, estoy leyendo en otros idiomas que cada vez entiendo menos. Estas son mis excusas.

De todos modos, me siguen molestando mis faltas. A veces, después de un tiempo me doy cuenta. Otras no, pero las intuyo, como fantasmas asechantes.

A mí me pasa que cuando leeo algo con faltas me vienen ganas de avisarle al autor: "ey, fue no lleva tilde desde los años sesenta". Pero no lo hago para no ofender. Pensaba esta mañana en el sufrimiento que podrá causarles a mis queridos comentadores leerme. Anda por aquí más de una escritora y escritor con impecable castellano y esquisita prosa. Se les erizaran los pelos, pensaba. El motivo de éste post es decirles que yo no me ofendo. Si por ahí, entre un comentario y otro me quieren habisar ....(era un chiste) avisar, avisar de las metidas de pata, para mí sería un honor. Y si no tienen ganas, y me aguantan así, atropellada y entreverada, también los quiero. "Quiero" los comentarios y a ustedes, claro.

viernes, noviembre 11, 2005

La fiesta de la libertad.




Este afiche todavía decora las calles de Roma. Forza Italia, el partido de nuestros gobernantes, decidió festejar el aniversario de la caída del muro de Berlín. Llama la atención la desfachatez del gobierno para mostrar dos de sus ingredientes claves: ignorancia y fascismo.

Miren atentamente las fotos de los dictadores. Hay un señor que nunca fue dictador. Atención a la trampa: no sean comunistas y me respondan "Fidel", es otro, uno que nunca gobernó.
Ahora vuelvan a mirar las fotos. Faltan muchas caritas, pero visto que estamos en Italia ¿no notan una ausencia significativa?

viernes, noviembre 04, 2005

Pier Paolo Pasolini sería bloguero.

¿Por qué será que se celebran siempre los aniversarios que terminan en cero o en cinco?

Hace 30 años, de noche, el 1 ó el 2 de noviembre, mataron a Pasolini. Por lo tanto, hace días que Pasolini copa la televisión, y pensar que había propuesto abolirla. Todos lo conocen. Todos lo aman. Eso dicen. En los diaros y revistas se lo analiza. Los teatros reponen sus obras, las cinematecas sus films, las editoriales sus libros. Como un fantasma, la voz de Pasolini sale de los aparatos de radio.

Sobre su poética nada nuevo se dijo. Pero hubo perlas: el homenaje de Patti Smith. A mí me hubiera gustado escuchar el nombre de los mandantes de su homicidio. Sin embargo, siempre viene bien dejarse envolver por Pasolini. Así que me alegra conicidir por éstos lares en un aniversario terminado en cero.

A Pasolini lo mataron porque era un personaje incómodo. Burgués y lumpen. Homosexual y cristiano. Marxista y anticomunista. Más que nada era un poeta. Poeta de la poesía, del cine, del ensayo, del teatro, de la novela. De toda su obra, conozco sólo una mínima parte, insuficiente para escribir seriamente.

Porque esto es un blog y un blog se parece a una charla juntaré valor para escribir frases como "mi encuentro con Pasolini", "lo que me gusta de Pasolini es". Pero aviso que las mismas frases habilitaron los discursos de Alberto Moravia, Leonardo Sciascia, Bernardo Bertolucci (andarán por ahí en google, me da pereza hacer links). Así que, queridos blogueros, si quieren saber sobre Pasolini este post es inútil, guano caído en la inmensidad del mar.

Mi encuentro con Pasolini fue en un lugar insólito: el Istituto di Cultura di Montevideo. Insólito porque, al menos hace 10 años, era un lugar retrógrado, representante del sector más conservador de la cultura italiana. En una clase, una profesora que sólo el tiempo me haría valorizar, nos dio un ensayo de Pasolini. En éstos días traté de ubicarlo en vano. Pero lo recuerdo, el impacto fue como un flechazo. En el ensayo, Pasolini criticaba una manifestación del 1968, donde un grupo de estudiantes malcriados le tiraba piedras a la clase trabajadora, la policía. No fue sólo el tipo de crítica proveniente de alguien de izquierdas, que yo tenía hasta el momento como neorrealista y comunista, a descolocarme, fue el nivel de la escritura, la profundidad del análisis, la poesía que contenía el ensayo, la deconstrucción de los símbolos.

Toda la obra de Pasolini suda el escándalo de la contradicción. Leyendo a Pasolini se siente la colisión entre su cultura "alta" y la cultura popular que como un hambriento quería interiorizar a toda costa.
Lo que más me simpatiza de Pasolini es su coraje. Cuando Fellini vio el montaje de "Accattone", su primera película sin gramática, obsesiva con los planos frontales como si fuera un cuadro del siglo XIX, dijo que era horrible, amateur, que había que tirarla a la basura. Pasolini, con toda la admiración que sentía por Fellini, no le hizo caso.
Por suerte.
Como nunca le hizo caso a nadie. Se afilió al Partido Comunista pero lo echaron por homosexual y siguió siendo marxista. Era crisitiano (solía decir que en el Vaticano estaba lleno de católicos pero no de cristianos), empapado de misericordia, y siguió luchando para que la Iglesia aceptara su homosexualidad, que él vivía con descaro.
Pasolini era un intelecutal en permamente contacto con el mundo lumpen. Cuentan que era típico de Pasolini aparecerse en una reunión llena de escritores prestigiosos, directores de cine y poetas, con un chico de la calle que había levantado en su auto último modelo y con el que más tarde, tendría sexo por dinero. Los mismos chicos que después actuaban en sus películas o eran protagonistas de sus novelas.

A mí Pasolini me emociona, "Sopralluoghi in Palestina" es un documental místico, conmovedor, una reflexión profunda sobre la relación del autor con su obra. "Uccelacci e uccellini" es una de las películas más creativas de la historia del cine, y eso que es cine político (siempre que la denominación tenga algún significado).
Pasolini se mete en mi vida y la revuelve. Cuando terminé de leer su diario de viaje "El olor de India" empecé a planificar el mío de viaje. Hasta que vinieron las bombas, pero esa es otra historia.

Por éstos días, contagiada de pasolinismo, me divertí releyendo sus ensayos y probando a actualizar los sustantivos. Puedo asegurar que casi todos, aunque estén escritos para la prensa, para un momento y caso concreto, se aplican al presente, más de 30 años después. Puedo no estar de acuerdo con Pasolini, y de todos modos sentirme agradecida porque me cambia el ángulo de visión, porque me despierta sensaciones inesperadas, porque me provoca, ya sea que el tema sea la política, la religión, la filosofia, el amor, el pelo largo o el aborto.

Estoy segura que si estuviera vivo, Pasolini tendría un blog. Porque era un intertextual que amaba descubrir lenguajes para, luego, revolucionarle los códigos. Y porque en la Italia de hoy no tendría lugar en ningún otro medio de comunicación. Desde su blog estaría furioso con la mediocridad masificada de éste país, de eso también estoy segura.

Los dejo con una traducción (atrevida) de la "Nota" escrita por Pasolini para su libro de ensayos intitulado "Pasión y ideología".

"Pasión y ideología": ésta y no quiere constituirse en endíadis (pasión ideológica o apasionada ideología), sino como significado apenas secundario. Tampoco en una concomitancia, o sea: "Pasión y al mismo tiempo ideología". Quiere ser, en cambio, si no adversativo, al menos disyuntivo: en el sentido que pone una graduación cronológica: "Primero pasión y después ideología", o mejor dicho: "Primero pasión, pero después ideología".

Primero pasión, pero después ideología. Así es Pasolini.
The WeatherPixie