miércoles, abril 19, 2006

Las tetas de Truffaut.



Desde hacía meses, cada tanto, volvíamos a la vieja discusión. ¿Habíamos visto o no "La piel suave" de Truffaut? Al fin, conseguimos la película. Y no, no la habíamos visto. Era la única película de Truffaut que no habíamos visto. Y diría la única que no habíamos visto, al menos, dos veces.

Truffaut es su director preferido. Yo no tengo director de cine preferido. No tengo nada único en mis preferidos. En todo caso, soy más godariana. Truffaut y Godard eran amigos, cuando juntos revolucionaban el cine moderno dando vida a la Nouvelle Vague. Después se pelearon, Godard estaba más comprometido políticamente y un poco celoso y tonto. En la pelea tenía razón Truffaut, en el cine Godard.

He olvidado varios descubrimentos que dicen son cruciales en la vida de una mujer. Sin embargo recuerdo perfectamente cuando conocí a Truffaut. Tenía 14 años y estaba sola. A veces me rateaba del liceo para fumar porros en las Canteras o ir a Cinemateca o para las dos cosas. Empecé por el final, por las últimas películas con Fanny Ardant y Gérard Depardieu.

"Los 400 golpes", la primera película de Truffaut, la ví muchos años después, una y mil veces. Es para mí una de las mejores óperas primas de la historia del cine. Alguien dijo que hay en estas inauguraciones artísticas algo de sagrado, de místico. Los grandes cineastas ponen allí toda su energía y creatividad, su cosmovisión y cinevisión, ante el temor de no volver jamás a realizar una película.

Nada ni nadie en el mundo lo convencerán de que, a veces, Truffaut no es un gran director; ni que lo mejor, cuando se es hincha del Inter, es no saber como terminó el partido; ni que ser anárquico ha perdido sentido histórico, como casi todo. Sus preferencias son definitivas e inamovibles, casi religiosas. Lo mejor, entonces, es construirle un marco teórico que lo sostenga, o sea, arrimarle el hombro. Vivan François, Moratti y Bakunin.

Mientras "La piel suave" giraba en el dvd, él sostenía que no era una película de Truffaut porque no era admisible un guión tan banal. A saber: un intelectual se consigue una amante en un viaje de trabajo. La amante es una bella azafata. La mujer lo descubre. La historia termina en tragedia.
A pesar de la tonta trama, las escenas mostraban las características, las manías, la poética de Truffaut. A cada rato había una toma casi fetichista de las piernas de las mujeres, una de esas encuadraturas que los críticos de cine de inspiración freudiana interpretaron como una manifestación del complejo de Edipo: la cámara como una subjetiva del niño que mira desde abajo a su madre. La prisión del matrimonio, institución capilar de la familia burguesa, está representada en "La piel suave" con la construcción de un dormitorio pequeño, con paredes sofocantes, como en muchas de sus películas. Tampoco faltaban las idas y venidas de los personajes, detalle que me fascina. En las películas de Truffaut una persona dice: "chau, me voy", pero después vuelve y saluda y parece que se va pero vuelve. La gente anda a las corridas, quiere atrapar su destino, como si fuera a escaparse. Basta recordar el trotecito apurado del alter ego del director, el actor Jean-Pierre Léaud.
Sí, sí, era una película de Truffaut. Y quién sabe, capaz en esa época recién empezaban los viajes de masa en avión y contextualizada la historia no era tan banal.
Eso le decía.

Movida por el aburrimiento me puse a mirarle las tetas a la esposa del protagonista. Eran como dos kiwis desiguales: uno de pie y otro acostado. O sea, una teta miraba para la derecha y la otra al frente. Al rato me doy cuenta que sus tetas eran feas porque yo estaba acostumbrada a ver tetas perfectas en la pantalla. ¿Queda alguna actriz con sus tetas verdaderas? La pobre mujer actriz tenía unas tetas normales. Era yo la que estaba deformada.
Jugando a ser freudianos podríamos decir que las tetas poco maternales de la esposa del protagonista son la razón de su infidelidad. Tesis que se sustenta magnificamente en las maravillosas tetas de la azafata.
Aunque me deslumbre, dudo de la psicoanalisis aplicada al arte, del mismo modo que dudo de todas las religiones. Lo que si me pregunto es si hoy encontraría Truffaut una actriz con tetas de kiwi. ¿Podría Truffaut expresar sus obsesiones en un mundo de tetas homologadas?
The WeatherPixie