sábado, mayo 03, 2008

Justificaciones

Estos meses no estuve porque me interné en un clínica suiza. Desintoxicación. Las primeras semanas fueron duras. Luego me acostumbré a la vida sana, al aislamiento y disfruté de los paseos por los jardines del brazo de Keith Richards. Ahora ya estoy intoxicada otra vez. Vuelvo a escribir. Todo como siempre.

Estos meses no estuve porque finalmente me aceptaron como ayudante de cámara para un documental sobre la reproducción de los cetáceos en Antártida. Un ciclón se abatió contra nuestro campamento. Quedamos aislados. Los sensores que habíamos colocado en las ballenas nos permitieron localizarlas, cazarlas, comerlas. Sobrevivimos. Legó la primavera. Volvimos.

Estos meses no estuve porque me hice amigos nuevos. Nostálgicos. Todo comenzó tratando de reproducir la peña de Ramón Gómez de la Serna, aquella del Pombo. Sólo que en la versión Siglo XXI había mujeres, yanquis y droga. Al principio sólo leíamos inocentes textos dadaístas. Después nos hicimos surrealistas. A alguien se le ocurrió fundar un movimiento del nombre "Surrealismo pragmático". Y allá nos fuimos a ocupar un castillo abandonado de Provenza con el libro del marqués de Sade bajo el brazo y las pelis de Pasolini y Buñuel. Queríamos dedicarnos a los aspectos prácticos pero cada acto se interrumpía porque caíamos en la elucubración, perdíamos la concentración y había que comenzar todo otra vez. Desgastante. Una mañana decidí salir a la ruta, hice dedo y volví a casa.

Estos meses no estuve porque me enamoré de un pakistaní. Mis horas libres las pasé haciendo el amor y estudiando punjabi. Decidí dejarlo todo para ir a Islamabad. Con él, mi pakistaní. Cuando el avión estaba por despegar me arrepentí. Corrí y corrí. Volví llorando a los brazos de Cerylo que aceptó perdonarme en cambio de posar desnuda con el velo para una colección de fotos que estaba preparando.

Estos meses no estuve porque me raptaron. Andaba yo paseando por un pueblito cerca de Barrancabermeja cuando un comando de las Farc me encapuchó y me llevó a la selva. Me picaron una serie de insectos, me deshidraté, pasé hambre y me agarré una enfermedad tropical causada por la mordedura de un animal ponzoñoso. Caminaba todo el día, discutíamos de política, me enseñaron a disparar. Un buen día, sin darme más explicaciones, me dejaron ir. Cuando llegué a Bogotá el consulado italiano me informó que nadie sabía nada de mi captura. Mañana tengo otro interrogatorio, todavía no me creen. Probé con la embajada uruguaya, la misma historia. Tal vez tenga que quedarme aquí, en Bogotá. Al menos hay internet, podré seguir posteando.

Espero que sepan perdonar mi abandono.
The WeatherPixie