sábado, agosto 20, 2005

Uruguay según Hollywood o bien Kracovia.

Es un tema viejo, ya sé, en el futuro trataré de ser contemporánea, es que no me aguanto.
Me diviritió mucho la noticia de nuestra aparición en Hollywood con Submerged (Anthony Hickox, 2005). Y en mi reciente incursión bloggeriana me encontré con un post de benito y una maravillosa descripción de los patriotas ofendidos, problema nacional del cual no me había enterado. De colección esta parte: " Yo dudo que nadie que haga el esfuerzo de ver una película de Steven Seagal, ni siquiera el más palurdo de los rednecks que puedan ver Submerged mientras deciden entre montarse a su hermana y montarse a la chancha, va a llegar a la conclusión de Uruguay -país que le es totalmente abstracto a la mayor parte del mundo- es un peligro para occidente, una cuna de terroristas pastores de cabras y una amenazadora potencia secuestradora de submarinos nucleares. Sin embargo sospecho que si ese mismo palurdo lee las reacciones, oficiales o no, que la película produjo, va a llegar a la conclusión de que tal vez sí sea un país peligroso en el que se desarrolló una extraña forma, virósica y festejada, del retardo mental"
Me acordé del final de un capítulo de los Simpson: luego de discusiones sobre las vacaciones Homer cede a los reclamos de su familia y dice: "bueno, está bien, vamos dónde quieran". Hace girar el globo terráqueo, mete el dedo y lo para sobre Uruguay. Vemos una toma del mapa de nuestro país y corte a un primer plano de Homer que grita: "¡¡¿¿Uru...quéeeeeeeeeeeeeeeeee??!!"
También ví una peli de terror tipo serie B, de la cual solo recuerdo (capaz alguien se acuerda del título) que querían mandar una caja de muerto al fin del mundo y le ponían una etiqueta que decía "Uruguay". Pero inegualable es el Montevideo de La batalla del Río de la Plata de Michael Powell y Emeric Pressburger (1956). La oficina del funcionario del gobierno es de un realismo desarmante, me juego la cabeza que hasta hoy está igual. Nosotros aparecemos bailando flamenco en el puerto, en unos quinchos tropicales con cocos y bananas. Hay algunos casos famosos de “representaciones equivocadas” de las naciones, como Orfeu negro de Marcel Camus (1959) que ganó la Palma de oro en Cannes mostrando un Brasil demasiado exótico y armó un gran escándalo allá por los años sesenta. Y hablando de Brasil algunos personajes asumieron en carne y hueso el peso de la representación nacional, como la genial Carmen Miranda que se paseaba con sus frutas en la cabeza.

En The Terminal, Steven Spielberg se inventó un país, Kracovia, para poder tranquilamente organizar el golpe de estado necesario para el desarrollo narrativo. La producción, seguramente con gran experiencia en cuestiones legales, quiso evitar que saltaran ciudadanos ofendidos tipo nosotros. Y no solo. Con un país ficticio, la crítica socio-política que el film realiza a la sociedad americana queda mucho más cerca de una lectura fabulística. Suavizada además por la elección de un país presentado como de la ex-URSS (los malos de antes). Si Tom Hanks en lugar de ser un ciudadano de Kracovia, hubiera sido ciudadano de Irak, sin cambiar nada más, con la historia de amor y todo, la peli hubiera sido otra. Capaz hasta podríamos hablar de un Spielberg chomskynisado.
No voy a ver la película con Steven Seagal y no tengo el gusto de conocer al tal Hickox, pero sospecho que ellos también habrán pensado (¿o dicen que no piensan?) que alguien podía protestar y se ve que no les importó o que saben ya que será inútil. En Submerged somos inofensivos como los ciudadanos de Kracovia, sin alegorías, sin simbolismos, sin representaciones. Esta ausencia de sentido, esta no existencia, me parece de los más poética. ¡¡¡¿¿¿Uruquéeeeeeeeeeeee....???!!!
The WeatherPixie