miércoles, setiembre 07, 2005

Lecturas de moda: "A Long Way Down", Nick Hornby (2005).

¿Qué creían? ¿Qué miraba solo películas mudas y leía escritores muertos? De vez en cuando trato de estar a la moda.

Para mí el plot de "A Long Way Down" fue un imán: el 31 de diciembre, una adolescente punk, un músico rock, una ama de casa y un presentador de talk show se encuentran en un edificio londinense denominado "la casa del suicidio". Fecha y lugar preferidos por los que se quieren matar. Estos personajes tan distintos, al menos en apariencia, hacen un pacto: darse algunos días, hasta San Valentín, fecha número dos en la top ten de los suicidios.
Para narrar Hornby usa las voces de los cuatro protagonistas, pero no por partes como en Faulkner, prefiere dejarlos hablar un poco a cada uno, como en un tablero de ajedrez. Algunos episiodios se funden con otros y podemos verlos desde distintos puntos de vista, otros sólo son narrados desde una perspectiva y así el libro avanza.

Comencé a leerlo y me gustó, el humor inglés me hace reír. Después de la mitad comencé a encontrarlo estúpido, poco auténtico, superficial y cuando terminé me dí cuenta que el tema del libro no tenía nada que ver con el suicidio. ¿O sí? Maureen, JJ, Martin y Jess, así se llaman los cuatro miembros de la "gang" de autoayuda improvisada, son "suicidas con solución fast food". Tienen problemas concretos y, casi todos, recientes, por lo tanto la solución también es concreta. Si hay historias de tragedias familiares non son enmarañadas. Aquí hay actos con sus consecuencias, como en la Biblia.

Varias veces en el texto aparecen los nombres de escritores suicidas, recuerdo Sylvia Plath, Virginia Woolf, Primo Levi, Ernest Hemingway, podríamos agregar Cesare Pavese. Nada hay de todos ellos en el texto de Hornby. Y no tendría por qué haberlo si Hornby, y lo espero por él, nada tuviera en común con ellos. Pero no puedo evitar recordar personajes literarios con ganas de suicidarse, a veces lográndolo: el romántico Werther de Goethe, el adorable joven Holden de Salinger, los heroicos suicidas de Dostoevskij. O novelas dónde el suicidio es un misterio que queda velado, el autor lo trata con respeto y veneración, sin usar la primera persona, pienso a "El jardín de las virgenes suicidas" de Eugenides

En la contratapa de la edición Guanda que leí, los críticos hablaban de Nick Hornby como el mejor de su generación, y de los personajes como muy parecidos a cada uno de nosotros.
Me acordé de la teoría de Hans Robert Jauss, la del "horizonte de espectativa". Según Jauss, la espera o espectativa es el espacio de los libros ya leídos y del momento histórico en el cual la nueva obra cae. El libro puede acomodarse a este horizonte: era lo que se esperaba, lo que todos entienden, lo que se compra y se lee. Pero hay otros libros que tienen el poder de modificar el horizonte, en el momento nadie los aprecia, pero con el tiempo superan el horizonte, el libro transforma la estética y a partir de su contribución funda un nuevo horizonte. Estos últimos libros son las obras de arte, los clásicos. Jauss, en "Por qué la historia de la literatura" (1967) ejemplifica con "Fanny" (Feydeau) para el primer caso y con "Madame Bovary" (Flaubert) para el segundo.

Como Hornby está de moda me quedé pensando que cosa puede tener que todos estemos necesitando. ¿Amigos en la desgracia? ¿Menos psicólogos parlanchines y menos psiquiatras con sus pastillas? En "A Long Way Down" hay gente desesperada pero ni un psi, y las pastillas predominantes son las mentitas. ¿Desdramatizar? ¿Decir más malas palabras? ¿Respetar las diferencias generaciones y sociales?

Basta. El libro no da para más. Cuando iba por la página veinte reservé en la biblioteca del mismo autor "Alta fidelidad", pero no sé si lo leeré, creo que prefiero el último de Harry Potter. ¿Ustedes leyeron a Nick Hornby?

Guano ofrece un servicio: si no resisten la tentación de la moda, lean "A Long Way Down" hasta donde les divierta. Y depués dejenlo sin culpas, me mandan un mail y yo les cuento si alguno se mata o no.
The WeatherPixie