jueves, marzo 16, 2006

Crónica de las elecciones italianas. Entre ministros espías, guerrilla urbana y duelos.

1. El duelo

El 9 y 10 de abril se vota en Italia. ¿Berlusconi o Prodi? Las encuestan dan primero a Prodi, pero lejos estamos de poder cantar victoria. Falta casi un mes. El martes se tuvo el primer "duelo" televisivo. (Meto "duelo" entre comillas. En un país infestado de mafiosos sería bueno quitar, desde el lenguaje, varias costumbres ilegales). En las elecciones anteriores Berlusconi, indicado primero por las encuestas, se negó a encontrar directamente su adversario. Este año se hacía el difícil Prodi. Es sabido que al que va ganando, si encuentra una buena excusa para no quedar como cobarde, le conviene no presentarse en televisión. Y Prodi vaya si tenía excusas.

En Italia, un mes y medio antes del día de las elecciones rige una ley llamada "par condicio". Esto significa que los medios de comunicación no pueden nombrar ni hacer referencias de ningún tipo a los partidos o personajes políticos. Salvo, claro está, en los programas político periodisticos o en el informativo, donde se mide cronómetro en mano la presencia de cada candidato. (Como si la comunicación fuera sólo cuestión se segundos, pero éste es otro tema). Si el programa no cumple con la paridad se cae en una violación de la ley. Pues bien, unos diez días antes de la entrada en vigor, Berlusconi se paseó practicamente por todos los programas televisivos. Por la mañana lo encontrábamos desayunando y hablando de fútbol en canal 5, al medio día cocinando una pasta en un programa para amas de casa, por la tarde cantando y de noche sentado en otro living contando de sus dotes de hombre, de empresario y de primer ministro. Luego, en plena "par condicio", aprovechandose de ésta última investidura a la cual no renunció, lo pudimos ver durante horas en directa televisiva desde el Senado norteamericano, en un discurso declaradamente político donde desvistió sin culpas su conservadurismo.

Berlusconi, con su impecable traje azul y su camisa blanca, con su sonrisa perfecta, sus frases claras y su chiste pronto, nos comunica seguridad, tranquilidad, eficacia, superioridad. Miente sin que se le mueva un pelo, sin que un brillo torcido de un ojo se le escape, sin que el movimiento de una mano lo denuncie. Repite siempre lo mismo, una y otra vez, hasta convencernos. Recita de memoria números y estadísticas. Otra de sus técnicas, que ha enseñado a sus secuaces, es hablar sin parar sobre la voz de su adversario. Y últimamente incluso, presentarse sin adversario. Un monólogo apoyado por sus periodistas amigos.

Esto quedó demostrado cuando el 12 de marzo, luego de pocos minutos de entrevista televisiva se enojó con la periodista Annunciata porque no le preguntaba lo que él quería y en directa se levantó de su silla y abandonó el estudio.

El martes fue el gran día. El "duelo" televisivo entre Prodi y Berlusconi. Éramos 16 millones pegados a la tele. El acuerdo entre los asesores de Forza Italia y L'Unione fue seguir el modelo americano de debate: ambiente austero, preguntas iguales para los dos candidatos, dos minutos y medio para responder más un minuto sucesivo para eventuales aclaraciones. Era la primera vez que en Italia se hacía algo así. En genaral las discusiones políticas son un gran relajo: insultos, unos que hablan sobre los otros, griterío. Muy italiana la cosa. Conociendo el paño, la izquierda sólo podía presentarse con garantías, y qué mejor que seguir el format de la "gran democracia".
Sucedió algo inesperado. Berlusconi perdió. No podía hacer uso de sus técnicas. Prodi no cayó en ninguna de sus provocaciones. Berlusconi, por primera vez, estaba nervioso, débil. Metió la pata ante una pregunta sobre el rol de la mujer, no tenía para dónde disparar ya que su mayoría política no votó la ley que obliga a la cuota de participación femenina en el senado. Respondió en modo machista y ofensivo. Justo contra las mujeres, sus votantes más fieles.
Prodi era demagogo. Estaba más parecido que nunca a un cura. Predicaba felicidad y energía para el futuro. De todos modos, conociendo sus dificultades de comunicación, se portó de maravilla. Respuestas simples, proyectos creíbles. Pero no dijo nada de izquierda, como dice Moretti.

2. Los ministros
El gabinete ministerial del gobierno Berlusconi ha ido renunciado por distintos escándalos (remeras anti islam, agujeros financiarios, discriminaciones en el parlamento europeo). El último fue la semana pasada. Se descubrió que Storace, ministro de salud, había encargado una actividad de espionaje contra sus opositoros en las pasadas elecciones regionales.

3. La mafia
Las listas de Forza Italia están repletas de nombres de mafiosos pero nadie dice nada. Ni siquiera la izquierda, o el partido que se llama de izquierda. No entiendo por qué no se hace una lista con todos los candidatos precesados. ¿Cómo es posible que se acepten mafiosos en el senado?

4. El fascismo
El sábado 11, en Milán, grupos fascistas recordaban la fundación del partido de Mussolini en el 1919. Unos pocos cientos de jóvenes que pertenecen a los centros sociales salieron a impedir la manifestación. Antes de encontrar a los disciplinados fascistas, todos de negro y marchando en filas ordenadas con el brazo en alto, los no global quemaron autos, el local de Alianza Nazionale (el partido fascista) y apedrearon vidrieras. La policía demoró en intervenir, quién sabe por qué. Hay muchos heridos y presos. La izquierda salió enseguida a decir que ellos no tenían nada que ver, que no estaban de acuerdo con la violencia. La derecha los acusa. Y yo me pregunto ¿pero nadie habla de la manifestación fascista? ¿Cómo se puede permitir una manifestación de nostálgicos racistas y asesinos?

5. Las imitaciones de Berlusconi.
No hay demasiadas esperanzas para éste país. La culpa de todo no es de Berlusconi. El representa una mitad de ciudadanos que se le parecen. Que viven en un mundo de apariencia, de superficialidad. La televisión, autoreferencial, de puro entretenimiento, funciona porque la gente la mira. Casi todo el cine es insoportable, porque actores y directores sólo conocer un lenguaje: el de la tele. En un clima chato, millones de años luz de otros tiempos en los que éste país iluminó el camino. Sin embargo hay excepciones. Italia tiene genios. Y para mí en éste momento son los cómicos. Difícil encontrar más de un poeta, más de un novelista, más de un pintor, más de un músico contemporáneo capaz de emocionar. El ingenio y la emoción la poseen, paradojicamente gracias a la censura, los que hacen sátira política.
Hay un personaje, Cornachione, que representaba un fans de Berlusconi. Luego de un tiempo ya nos estábamos aburriendo de él. Hasta que con la par conditio tuvo que renovar su personaje. Y ahí apareció el muy cara dura vestido de Napoleón. Al otro día, para todos Napoleón era Berlusconi y listo, todo el que quisiera podían seguir tomándole el pelo sin violar la par conditio. Otro showman es Fiorello, hasta ahora inocente, gran imitador de cantantes, personaje simpático, poco polémico, y hasta desinteresado de la política. Fiorello tiene un programa de radio, medio que prefiere a la tv. Allí creó un personaje llamado "Lo Smemorato", "El olvidadizo", justo cuando las declaraciones de Berlusconi eran absolutamente contradictorias. "Lo Smemo", para los íntimos, con una voz y un léxico identicos a los de Berlusconi, pierde la memoria cuando le dicen algo que no le gusta.
Hay también varias mujeres que hacen sátira, se parecen a filósofas.
Éstos artistas se han ido salvando, porque como creo que contaba en otro post, los cómicos censurados en la televisión son muchos. ¿Serán considerados inofensivos, o incluso positivos? Quién sabe. Para nosotros son liberadores.

Conclusión
Dicen los expertos que un debate televisivo sólo puede hacer ganar o perder un punto. Lo que todos pudimos comprobar y hasta Forza Italia reconoció, es que Berlusconi se la ve venir y está nervioso. Lo que todos tememos es lo que pueda hacer. No es uno que sepa perder.
The WeatherPixie