miércoles, marzo 08, 2006

Funes el memorioso.

Lo lindo de tener mala memoria es poder leer "El pozo" de Onetti como si fuera la primera vez.

En pasado sentí admiración por los memoriosos. A mi tía M., el nombre de un monumento extranjero, pronunciado al azar por un comensal desprevenido, le provoca una expulsión de acontecimientos históricos, citaciones literarias y pictóricas que tienen por sujeto el citado monumento. Mi tía M. es utilísima para hacer crucigramas. Un día, en uno de sus momentos de exaltación, confesó recordar el período que pasó en la panza de su madre. Años después comprendí que no pudo olvidar la puteada de su madre cuando la parió. Fue la causa de su locura.

Una vez amanecí con un hombre que me dijo: "Las mujeres son como las ciudades, para saber si se las ama hay que conocerlas recién despiertas." Olvidé el autor, o quizás nunca me lo dijo. Hubo albas en que le repetí esta frase a una ciudad. Como autor puse a James Joyce sabiendo que era imposible. Al hombre no recuerdo si lo amé y tampoco si llegué a olvidarlo.

Soporto bien, diría, no recordar la tabla del 8 ni el camino para volver a casa. Lo que me molesta de mi mala memoria es cuando se presenta, provocando angustia, sospecha, picazón, la borrosa sensación del déjà vu. Ahora por ejemplo, creo que ésto que estoy escribiendo es la burda imitación de un texto que escribió alguien, quizás yo misma, en un tiempo olvidado.
The WeatherPixie