jueves, junio 22, 2006

Enredos de redes.

Mi último post tuvo consecuencias inesperadas. Ataques de vergüenza ajena. Elogios. Pedidos de explicaciones. Una amiga del alma me llamó de larga distancia, de madrugada, queriendo saber quién era el fantasma. Había en su voz un ligero reproche retroactivo que me devolvió a la cama con una sonrisa. Y yo que pensaba que ninguno de mis amigos leía Guano.

Un día de éstos voy a seguir con la catarsis, en capítulos interminables, como Beautiful.

Rodrigo Coll contó en su blog que de reciente le publicaron un cuento. Accedió, disponible como siempre, a mi súplica de mandarme una copia. Ulan Bator está construído con una maestría ejemplar desde ese momento especial que es el post coitum, omnia anima triste, como cita T., uno de sus personajes.
El cuento me gustó mucho. Lo raro es que estaba leyendo el cuento de alguien que de algún modo conocía. Entonces me quedé pensando si tendrá razón Jh cuando dice que no se conoce a nadie si no se comparte un vaso de vino, una mesa en un café, un paseo de noche. Creo que Jh sí tiene razón y al mismo tiempo no la tiene. ¿Será que se necesita un neologismo?

También Ludmi, casi la única bloguera que tiene para mí una existencia orgánica, decía hace poco:
El amigo está cerca. El amigo es cerca. La distancia no está. Se mantiene escondida. Escondida y retraída, a veces. Escondida y agazapada, otras veces.
Hasta con ella, que es una de las personas que más cerca siento en el mundo, me parece de conocerla distinto desde esta cosa rara que es la red.

Aliviaría mi desasosiego escucharme decir que soy normal. Que no tiene nada de raro disfrutar los comentarios de tanto desconocido. Ni ir como una carnívora a leerme lo que han escrito. Ni emocionarme cuando viene alguien nuevo. Ni ponerme furiosa cuando alguien ya no viene más o nunca vino o se calla.
Saber al menos que no soy la única loca.
The WeatherPixie