lunes, junio 02, 2008

Porque mayo es el mes de los zapallos y porque no hay mal que por bien no venga, elaboré una lista de mis alegrías del mes. Cosa insoportable el egocentrismo, para no hablar de las listas de todo que hay en los blogs. Pero se trata, justamente, de ver el lado positivo del tiempo.

Mis pies blancos. Verlos andar, uno después del otro. Pasaron meses encerrados en botas y medias, allí están ahora, al aire, los muy impúdicos.

Una noche de lectura. Un libro desde el principio hasta el final. Es "Quarantatré" (Cuarenta y tres) de Elisabetta Severina. Son ciento y pico de páginas. Nada genial, y quizás por eso, una cierta intimidad con la escritura, con el personaje.

Las notas de mi profe de inglés. Me devuelve los deberes (chorreteando tinta roja porque cometo unos errores espantosos) con signos de admiración o interrogación, subrayados, explicaciones, caritas sonrientes y “Great! Well done! I especially liked the bit about...” “I like your sense of humour. Well done” “A very good piece of writing. I enjoyed reading it. Well done!” “Well done! Another very good piece of writing. I enjoyed it a lot!” Él es tan maravillosamente inglés.

Un pedazo de papel. Lo tengo pegado en la pared con plastilina. Lo miro todos los días, lo leo y releo. Es mi pasaje de avión para Uruguay. Después de tres años y medio. Ida y vuelta, claro.

Mis alumnos del viernes. Me convencieron de irnos al patio a dar clases. Me sentía una vulgar imitadora de Sócrates mientras deambulábamos por los enormes pasillos, bajábamos escaleras y atravesábamos puertas, mientras yo introducía el tema para no perder tiempo, y ellos detrás. Sentados en un murito, entre ruidos de coches y las miradas envidiosas de mis colegas, leímos y comentamos un texto de Javier Marías. Nunca estuvieron tan concentrados, inspirados, lúcidos y sonrientes.

María Zambrano. Algunos fragmentos de “Delirio y destino”. Como la descripción de las parejas enamoradas, que da vueltas y vueltas en mi cabeza desde hace días. Dice ella, la sabia, que no hay historias de amor, que el amor se coloca, al contrario, fuera de la historia, es solo el sufrimiento causado por su ausencia. El amor como la ausencia de amor. Lo podemos reconocer en los ojos de ciertos amantes, en la lejanía que nos separa de ciertas parejas, que viven como en otro tiempo, entre nosotros pero a la vez, envueltas en un pensamiento que se parece a la nada. Otra vez el amor como ausencia, en este caso de pensamiento.

Mi trasero. Logró entrar muy campante en mi pollerita negra de la adolescencia. Que de todos modos no puedo usar porque tiene un remiendo, una rajadura por innumerables intentos de cerrarle el cierre. Situación que me deja meditando.

El último capítulo doble de Lost. En realidad no me gustó tanto el episodio, sino que se decidieran a explicar cómo diablos hicieron para salir de la isla. Y que fuera el último. Ahora sí, ya no tengo nada más que esperar en esta vida.
The WeatherPixie